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Derechos Humanos y Sociedad

Cambia una vida: adopta, no compres

México es el país de Latinoamérica con mayor número de perros callejeros. Debido a la naturaleza feral de estos animales, es prácticamente imposible saber con exactitud cuántos rondan las calles del país, pero se estima que sus números ascienden a los millones. Con esto en mente, existe un fuerte rechazo a adoptar perros rescatados, en tanto que se opta por un perro de raza pura.

Existen dos problemas graves con esta situación. En primer lugar, el hecho de que las labores de rescate son llevadas a cabo, en su mayoría, por particulares. Es cada vez más claro que las diferentes administraciones y los tres órdenes de gobierno no tienen la capacidad, a veces pareciera que ni siquiera la disposición, de desarrollar programas eficientes para el rescate de estos animales. Peor todavía, la infraestructura que sí existe no cumple con estándares de higiene o humanidad y suelen ser sinónimo de sacrificio de animales sanos. El antirrábico, para muchos, es equivalente a ser condenados a muerte.

En segundo lugar, tenemos la situación de que los perros de raza tienen problemas congénitos propios de las diferentes variaciones de raza, producto de generaciones y generaciones de reproducción con mínima diversidad genética, para que, como los reyes de antaño, se mantengan puras las líneas sanguíneas. Esta selección artificial ha llevado a que razas como los bulldogs y los pugs tengan problemas para algo tan sencillo como respirar; ya ni hablar de problemas cardiacos o de lo cortas que terminan siendo sus patas. Los Schnauzers, por ejemplo, son famosos por tener “bolitas” en la piel, que en realidad parecieran ser abscesos de grasa o quistes que deberían ser extirpados a la brevedad. En pocas palabras, los perros de raza pura tienen defectos genéticos debido al alto grado de incesto que puede llegar a haber entre sus árboles genealógicos.

Pero aquí no termina el tema. Los perros de raza pura suelen venir de criaderos animales. Ya dejemos de lado la pregunta de si está bien o mal lucrar con la vida de un animal de compañía. El hecho es que muchos de estos perros pertenecen a camadas provenientes de una madre que sólo vive para parir. En una gran cantidad de casos, se han encontrado a hembras tratadas como verdaderas máquinas de dar a luz, que pasan toda su vida embarazadas, hasta que mueren debido al agotamiento extremo al que llegan; que son descartadas por el desgaste al que su cuerpo fue expuesto con el fin de producir camada tras camada de cachorro que le será arrancado del seno con tal de venderse por varios miles de pesos.

Y aún con esta información a la luz, la gente sigue sin querer adoptar a un perro callejero. Si los criaderos siguen existiendo es porque la gente sigue demandando perros de raza pura. Lo que no consideran es que, al adoptar a un perro, se está dando una nueva oportunidad a un animal que sólo tuvo la mala fortuna de nacer y que, de otro modo, podría terminar su vida de manera prematura. Pero adoptar tiene un segundo efecto: un golpe directo a los bolsillos de los criaderos de perros, porque es un perro menos que venden, es un perro menos en la demanda y es un perro menos que se buscará “producir” en el futuro. Si todas las personas adoptaran un perro rescatado, podríamos terminar de tajo con la industria de muerte que son los criaderos.

Claro que se necesitan regulaciones por parte de autoridades competentes, pero sabemos que eso no va a pasar pronto en un país en el que más de la mitad de la población tiene problemas más urgentes, como alimentarse o no morir asesinados. Es por eso por lo que la responsabilidad, lamentablemente, recae en quienes tienen poder de decisión a la hora de elegir un animal de compañía. Un perro puede ser un amigo leal y amoroso y tú tienes en tus manos el poder de darle a un perro de la calle la oportunidad de una vida mejor. Actuemos en consecuencia y, juntos, mejoremos el mundo, un paso a la vez.